Hace más de 30 años, Marcela Varela Galindo llegó a Ciudad Juárez desde el Estado de México junto con su esposo e hijos, con la esperanza de mejorar su calidad de vida.
En entrevista, Marcela recordó que su primera experiencia en esta frontera fue difícil, pero llena de determinación.
Con una pequeña caja de dulces, salió a las calles para obtener el sustento diario de su familia, logrando alimentar a sus hijos ese primer día.
El comercio informal se convirtió en su refugio y medio de vida. Inspirada por su comadre, quien la invitó a explorar los mercados populares de la ciudad, Marcela diversificó sus ventas según las estaciones del año, ofreciendo productos específicos para el verano y el invierno.
Con esfuerzo y dedicación, logró que estas ventas le generaran los ingresos necesarios para comprar una casa y garantizar un techo para su familia. Pero para Marcela, el valor de su trabajo va más allá del dinero: considera que su labor es una enseñanza de vida para sus hijos, mostrándoles la importancia del esfuerzo y la honestidad.
La historia de Marcela destaca valores como la perseverancia, el sacrificio y la resiliencia, elementos que la han llevado a superar los retos de su vida en una ciudad fronteriza.
Marcela expresa orgullo y gratitud por haber logrado sacar adelante a su familia, demostrando que, incluso en las circunstancias más difíciles, la esperanza y la lucha pueden transformar vidas.
Enfrentando tempestades, tanto climáticas como económicas, Marcela no solo ha sobrevivido, sino que ha prosperado en un entorno que muchas veces parece hostil.
Soportan las tempestades de los climas en la frontera:
El calor extremo del verano y el frío invernal no han detenido su espíritu. Con su ejemplo, Marcela demuestra que la adversidad puede ser enfrentada con esfuerzo, creatividad y fe en el futuro.
Marcela Varela Galindo es, sin duda, un testimonio vivo de la fortaleza de quienes construyen sus sueños desde la base, enfrentando cualquier obstáculo para lograr un mejor mañana.
