Katy Garduño: un sueño infantil que endulza vidas y honra un amor eterno.

Ciudad Juárez, Chihuahua, 28 de noviembre de 2024. Entre colores vibrantes y aromas dulces, la mesa de Katy Garduño en el Mercado Senderos de San Isidro es mucho más que un negocio: es un testimonio de amor, lucha y resiliencia.

Lo que comenzó como un sueño infantil, hoy es un refugio de recuerdos y esperanza para una mujer que enfrenta la vida con valentía tras perder a su esposo, víctima de la pandemia.

Katy, quien de niña soñaba con vender dulces en su propia mesa, logró hacer realidad ese anhelo junto a su esposo. Juntos construyeron este proyecto, lleno de amor y dedicación, que se convirtió en el sustento de su familia.

Sin embargo, la pandemia cambió el rumbo de su vida cuando se llevó a su compañero de vida. Con lágrimas en los ojos, Katy expresa: «Siempre le daré gracias por los hijos maravillosos que me dejó. Su amor vive en ellos y en cada dulce que vendo».

Un legado que trasciende

Hoy, Katy sigue adelante con el apoyo de sus hijas, quienes la ayudan a atender la mesa.

Cada caramelo, cada dulce, representa no solo un sustento, sino también un homenaje al hombre con quien compartió sueños y construyó una familia.

“Este negocio no es solo mío, es nuestro. Es un legado que continúa gracias al amor que siempre nos tuvimos”, comparte.

El papel del apoyo comunitario

La historia de Katy también es un ejemplo de cómo la comunidad puede marcar la diferencia.

Agradece profundamente a Ana Medrano, su líder, quien la apoyó en los momentos más difíciles y la alentó a no rendirse.

Gracias a la venta de dulces, Katy ha logrado sacar adelante a sus hijos, convirtiendo el dolor en fuerza para seguir adelante.

En el Mercado Senderos de San Isidro, la mesa de Katy no solo atrae a los visitantes por sus colores y aromas, sino también por la calidez de su historia.

Es un rincón que irradia amor, nostalgia y esperanza, recordando a todos que los sueños y el legado de quienes amamos pueden perdurar, incluso en medio de las pruebas más difíciles.

“Cada dulce que vendo tiene un poco de él, de lo que fuimos juntos. Es mi forma de honrarlo y de seguir adelante”, concluye Katy con una sonrisa entre lágrimas.

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